Del Síndrome del Quemado o “Burnout”

Burnout

En esta temporada estival llegan las vacaciones, aunque para unos antes que para otros. En todas las profesiones, y más generalmente las relacionadas con la atención y el cuidado de los otros (véase los psicólogos, enfermeros, médicos…) podemos estar sometidos al estrés laboral. Hablaremos aquí de una forma específica llamada Burnout.

En un post anterior hablábamos de otros tipos de riesgos psicosociales en relación al trabajo como era el Mobbing . Aquí, previamente es importante detenernos en la definición de Estrés laboral.

Entendemos estrés laboral como aquel conjunto de reacciones emocionales, cognitivas, fisiológicas y conductuales que se producen ante ciertos aspectos negativos acerca del contenido, el entorno o la organización del trabajo. Puede ser originado por múltiples factores; no obstante, según la autora de la definición María Ángeles del Hoyo, los desencadenantes más comunes son: la falta de control sobre las tareas, el escaso apoyo de los compañeros o superiores y el exceso de demandas en el trabajo.

En el caso de Burnout o Síndrome del Quemado, hablamos de una forma específica de estrés laboral crónico que supone actitudes negativas hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio trabajo (Gil-Monte y Peiró, 1997). Como decíamos al inicio, suele originarse en aquellas profesiones más de carácter asistencial, implicando una serie de consecuencias para la organización y para el trabajador como: el agotamiento emocional, la despersonalización hacia usuarios y compañeros, y la autopercepción de ineficacia profesional.

En nuestro trabajo como psicólogos peritos debemos atender a muchas circunstancias a la hora de evaluar este tipo de riesgo psicosocial. Según David González Trijueque, tanto para el estrés laboral como la forma específica burnout, es necesario considerar:

  1. Un análisis psicobiográfico y anamnesis laboral del trabajador afectado.
  2. Las condiciones de trabajo.
  3. La vulnerabilidad del trabajador al estrés.
  4. Los recursos de afrontamiento del individuo.
  5. Aspectos de personalidad. Monitorizar la posible simulación y disimulación
  6. El apoyo socio familiar.
  7. Las respuestas fisiológicas, cognitivas y motoras.
  8. La valoración de las consecuencias para el trabajador: personales, laborales, familiares…etc.

Como vemos se tiene en cuenta tanto la percepción del trabajador como otros condicionantes potenciales presentes en la organización. Es por eso importante como profesionales, conocer aquellas situaciones de estrés puntual o que se mantienen poco en el tiempo y que pueden ser beneficiosas, de aquellas que son continuas y ponen en riesgo la salud y seguridad del trabajador.

Todo este trabajo en estudio y valoración de los riesgos psicosociales presentes en las organizaciones, debe ir acompañado de un corpus de estudio y prevención. Todo ello con el objeto de minimizar en la medida de lo posible y detectar cuanto antes, aquellos estresores o situaciones que amenazan y perjudican a la salud del trabajador, así como a la propia empresa u organización.

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