El trastorno delirante en la psicología forense

Trastorno delirante

Ha sido habitual a lo largo de la historia oír hablar del concepto psicosis, uniéndolo inconscientemente al término esquizofrenia. No obstante, dentro de los trastornos psicóticos, existen muchos otros aparte de la esquizofrenia como el trastorno delirante, el cual va a ocupar esta entrada.

¿Qué es el trastorno delirante?

Según el DSM-5, uno de los manuales diagnósticos más empleados tanto en psiquiatría como en psicología, el trastorno delirante se define como el trastorno psicótico que está caracterizado por la presencia de una o más creencias falsas firmemente asentadas que persisten durante al menos un mes.

Las falsas creencias pueden ser cosas de la vida común que podrían ocurrir o, bien, cosas improbables.

Este trastorno suele despuntar en personas de mediana edad o edad avanzada y tiene la característica de ser crónico.

¿Qué tipos hay?

  • Erotomaníaco: ideas delirantes que llevan a pensar que otra persona está enamorada del paciente.
  • Grandiosidad: ideas delirantes de exagerado valor, poder, conocimientos, identidad o relación especial con alguna divinidad o persona famosa.
  • Celotípico: ideas delirantes de infidelidad por parte del compañero sentimental.
  • Persecutorio: la persona está convencida de que está siendo dañada por alguien.
  • Somático: el paciente está convencido de que tiene alguna enfermedad física.
  • Mixto: ideas delirantes de más de uno de los tipos anteriores, sin decantarse por ninguna en concreto.

¿Cuáles son sus causas?

A día de hoy, este sigue siendo un tema controvertido, ya que se considera que no existe una única causa, sino varias.

En primer lugar, se considera crucial el factor genético, ya que hay mayores probabilidades de que una persona padezca dicho trastorno si alguien de su familia también está afectado.

Por otro lado, la causa biológica, también está validada (hipótesis dopaminérgica).

Por último, el factor ambiental también se considera muy relevante, ya que escenas por ejemplo muy estresantes pueden desencadenar o agravar la sintomatología.

Diferencias existentes entre el trastorno delirante y la esquizofrenia

Como se ha expuesto anteriormente, siempre que se habla de trastornos psicóticos, las personas piensan en la  esquizofrenia y, no es extraño, ya que es el más prevalente.

Por ello, resulta importante establecer que la principal diferencia es que la esquizofrenia afecta de forma muy importante a la funcionalidad del paciente, mucho más que en el trastorno delirante, ya que esta última sí podría desempeñar, al menos aparentemente, una vida normal.

Consecuencias legales de los trastornos psicóticos

Según Esbec y Echeburúa (2016), “las personas con esquizofrenia, excepto un pequeño subgrupo, no son pacientes especialmente violentos. En todo caso, es más probable que el paciente tienda a hacerse daño a sí mismo”.

Por otro lado, en cuanto a la imputabilidad, señalan que “la mayoría de los actos violentos cometidos por personas con esquizofrenia se relacionan con la presencia de síntomas psicóticos positivos, es decir, con ideas delirantes persecutorias, alucinaciones auditivas amenazantes o imperativas y otros fenómenos psicóticos. Las ideas delirantes o las alucinaciones auditivas contribuyen al descontrol y a la conducta violenta”.

Es por ello que ambos autores consideran que la enfermedad mental grave explica solo una pequeña parte de la criminalidad.

En cuanto a la imputabilidad, mencionan que “el diagnóstico de esquizofrenia conduce habitualmente a la inimputabilidad total, encajada en la alteración psíquica del artículo 20.1 del Código Penal”.

Como anécdota, señalar que la película “El show de Truman”, visibiliza de manera muy clara el trastorno delirante.

Tras todo lo expuesto, si crees que puedes necesitar asesoramiento sobre este tema, puedes solicitar información a los profesionales de Psicalma.

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