Simulación en psicología forense

Simulación

¿Qué es?

Según el manual diagnóstico más empleado por los profesionales de la salud mental (DSM-V), la característica fundamental de la simulación es la representación de síntomas físicos o psicológicos falsos o muy exagerados, motivada por incentivos externos.

¿Es un trastorno mental?

Realmente no es un trastorno mental, pero es cierto que presenta una clara implicación psicológica.

Es importante señalar que existen tres tipos de simulación según Resnick (1997):

  • Pura: la sintomatología se fabrica de manera completa.
  • Parcial: exageración de sintomatología preexistente o mantenimiento de síntomas que ya habían desaparecido.
  • Falsa: existe una sintomatología que se atribuye falsamente a un acontecimiento traumático.

Razones que explican la simulación

Según H. González Ordi, P. Santamaría-Fernández y P. Capilla Ramírez (2013), los objetivos son:

  • Evitación de condenas más severas.
  • Obtención de beneficios penitenciarios.
  • Obtención de la custodia de menores.
  • Obtención de beneficios económicos y materiales.

Qué hace sospechar de la existencia de simulación

  • Ausencia de datos médicamente objetivables.
  • Dramatización de síntomas.
  • Presencia de beneficios colaterales en una baja laboral.
  • Ausencia de colaboración durante el tratamiento.
  • Descripción de síntomas inconsistentes.

Principales mitos en torno a la simulación

Según los autores mencionados anteriormente, existen una serie de mitos en torno al fenómeno de la simulación:

  1. La simulación se da en muy raras ocasiones: “en torno a un 42% de pacientes que acudían a una clínica ordinaria, lo hacían con la expectativa de obtener otros beneficios secundarios más allá de la propia mejoría clínica”.
  2. Efecto “todos los pacientes mienten”: en contraposición al mito 1, es la tendencia a sobrevalorar la prevalencia de los casos de simulación.
  3. La simulación como un rasgo: se tiende a pensar que la persona que simula es claramente identificable porque se ve su tendencia a engañar e incluso un cierto patrón antisocial. Sin embargo, “diversos estudios han encontrado que los rasgos antisociales son un criterio poco específico y escasamente útil en la detección de simulación”.
  4. El “ojo clínico”: igualmente, los datos clínicos han puesto en duda esta supuesta capacidad intuitiva para detectar a los individuos simuladores.
  5. La “varita mágica”: no basta con aplicar una única prueba para ver que la persona está simulando, sino que es un proceso bastante más complejo.

Buenas prácticas para evaluar y detectar la simulación

Según H. González Ordi, P. Santamaría-Fernández y P. Capilla Ramírez, las bases correctas serían las siguientes:

  • La simulación está presente de forma relevante en la práctica clínica y forense.
  • La simulación no es un rasgo inherente a la persona.
  • El ojo clínica es poco preciso para la detección.
  • No existe un único test que garantice su presencia o ausencia.
  • Hay que abordar la simulación desde diferentes perspectivas.

En caso de contar con más dudas al respecto, no dudes en contactar con los profesionales de Psicalma, que te podrán asesorar en todo aquello que necesites.

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